Al conocer a Naipí, la hermosa doncella que ese año estaba consagrada al sacrificio, se rebeló contra los ancianos de la tribu y en vano intentó convencerlos de que no sacrificaran a Naipí.
Ante la negativa de los ancianos y para salvar a su amor de tan cruel destino, sólo pensó en raptarla y la noche anterior al sacrificio cargó a Naipí en su canoa e intentó escapar por el río. Pero Mboí, que se había enterado de esto, se puso furiosa y su furia fue tal que, encorvando su lomo, partió el curso del río formando las cataratas, atrapando a Tarobá y a Naipí. Cubiertos por las aguas, la embarcación y los fugitivos cayeron desde una gran altura, desapareciendo para siempre.
Pero, temiendo Mboí que el amor de los jóvenes los uniera en el más allá, decidió separarlos para toda la eternidad. Naipí fue transformada en una de las rocas centrales de las cataratas, perpetuamente castigada por las aguas revueltas, y Tarobá fue convertido en una palmera situada a la orilla misma del abismo, inclinada sobre la garganta del río.
Luego de provocar todo este estrago, Mboí se sumergió en la Garganta del Diablo, desde donde vigila a los amantes, impidiendo que vuelvan a unirse. Sin embargo en días de sol, el arco iris supera el poder de Mboí y une nuevamente a Tarobá y a Naipí como un puente de amor.
2 comentarios:
Muy interesante!!!....me encanta leer temas referentes a la mitología.
Tu relato es una delicia para los sentidos. No nos prives de tu compañía. Vuelve pronto a tus montañas para disfrutarlas juntos. Te queremos.
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