domingo, 1 de marzo de 2009

Darwin y el anís del mono

Se me descontroló el cuchillo pelando una piña y el maldito me rebanó limpiamente el dedo pulgar de la mano izquierda, con un saldo de siete puntos de sutura en el San Roque y una factura de casi medio palo. Así terminé febrero, sin poder dedicar unas líneas a Charles Darwin en el mes de su bicentenario. Lo hago ahora, con la mano vendada y dolorida, junto a un chupito de anís del mono, tan ligado al científico, para que me ayude a superar el trauma.

Como naturalista, Darwin participó en la expedición del capitán Fitzroy que, a bordo del Beagle, visitó América del Sur y las islas del Pacífico. Durante este viaje de 5 años, iniciado en 1831, desarrolló un enorme número de observaciones que le permitieron escribir y publicar El origen de las especies, su obra maestra, base de una teoría explicativa del mecanismo de la evolución de los seres vivos llamada darwinismo.

Por aquellos años, Malthus afirmaba que, de no controlarse, la población humana crecería en progresión geométrica y pronto excedería la capacidad planetaria de producción de alimentos, desencadenando lo que pudiera llamarse la guerra de las especies. Por su lado, Darwin estableció que, de cada especie, nacen muchos más individuos de los que pueden sobrevivir y, en consecuencia, se desata una lucha en la que el triunfo está reservado a los capaces de evolucionar de algún modo provechoso para ellos, ante las complejas, variables y a veces extremas condiciones de la vida.

La polémica social y religiosa fue terrible. Mientras fundamentalistas y creacionistas rechazaban de plano estos principios, quiero recordar el singular homenaje que, en la atrasada España de la época, rindió un fabricante catalán de anís a este genio de la ciencia moderna. En realidad, nadie está seguro de si se trató realmente de un homenaje o de un intento de denigrar al científico y, probablemente, nunca se conocerán las auténticas razones que impulsaron a los hermanos Boch a colocar a Darwin, con cuerpo de simio, en las etiquetas de su ya más que centenario anís. Pero ahí está desde 1898.

Para los que no se hayan percatado del detalle, dejó al lado la fotografía del inglés para comparar con la imagen que aparece en la etiqueta del anís del mono, uno de los símbolos que más y mejor reflejó las costumbres e idiosincrasia españolas durante muchos años. El Darwin primate sostiene un papel en su mano derecha donde puede leerse "Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento", cuyo significado y pertinencia no acierto a comprender con claridad.

Sea como fuere, lo cierto es que el rostro de Darwin lleva más de cien años apareciendo en las botellas del anís del mono. Y ya me dirán qué homenaje se puede comparar a este, con más de un siglo de publicidad gratuita. Muchos, seguro, venderían su alma al diablo por menos de la mitad.

FOTO: El famoso icono sigue ganando batallas, sin ninguna alternativa al establecido logotipo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre, la próxima vez que se te ocurra comerte una piña, por favor concéntrate en lo que estás haciendo!!!! y nos evitamos estos accidentes jajaja, ah... y por lo del anís del modo, es tan bueno para hacer pasar los traumas???? si es asi guárdame un chiqui... un besote para que te pase del todo el dolor y el trauma...

Anónimo dijo...

Eso te pasa por desperdiciar lo mejor de la fruta ¿ no sabes que es en la cascara donde se concentran las vitaminas ?. Espero que ya te hayas repuesto del accidente, o por lo menos no te duela.
En cuanto a la duda sobre la intenciòn de los hermanos Boch es incomprensible, no cabe la menor duda de que deben haber sido un par de anarquistas divertidos que le han sabido ofrecer al bueno de Darwin el màs delicioso homenaje.
Pena que no lo haya podido saborear. Cuidate, pepa

Anónimo dijo...

Espero que te hayas repuesto de la rebanada del pulgar; las limitaciones si hubiera sido el dedo medio serían desastrosas... Interesante lo de Darwin, no tenía ni idea de que un icono de la cultura española tuviera esta relación con él. Un abrazo.

Anónimo dijo...

suegroo!! me estoy poniendo al dia con tus "intrascendentes ocurrencias literarias" que de verdad cada dia me gustan mas! jajajaj definitivamente me robaron las sonrisas mas autenticas del dia.. GRACIAS! hey no supe lo del dedo :( espero que haya sanado bien.. me rei mucho con la ultima entrada (tribus urbanas) jaja! pero la del anis del mono me encanto!! de vd no sabia q era Darwin el de la imagen.. y ahora ya me dieron muchas ganas de tomarme un vasito de anis.. jajaj te mando una abrazo fuertee! y besos! (los de familia!)

Joan dijo...

Un comentario sobre la entrada de Darwin: en el Maresme había numerosas destilerías en aquellos tiempos, y en mi pueblo (Arenys de Munt, pionero en algunas cosas…) hacían el Anís del Tigre, que como podrás comprobar en la etiqueta, se comía a un mono. Cuentan que Anís del Mono llevó a los tribunales a Anís del Tigre y que, después del correspondiente juicio… Anís del Tigre no fue condenado a indemnizarles porqué el abogado defensor argumentó que el tigre se comía una mona…