domingo, 22 de marzo de 2009

Tribus urbanas: Calientapijas

En este escrutinio bloguero de las tribus urbanas desde mi particular punto de vista, que nadie se dé por aludido. Cualquier parecido con hechos o personas reales es absolutamente cierto.

Los hombres las conocemos bien. Están ahí, a nuestro alrededor, probablemente desde el comienzo de los tiempos, desde que se inventó la rueda. Proliferan en discotecas, bares, reuniones, seminarios, restaurantes, cataratas de Iguazú, oficinas, ministerios, colectivos, aeropuertos, buque-bus... Ni siquiera casamientos, bautizos, comuniones y cumpleaños se libran de la plaga. Su conducta resulta particularmente frustrante para la víctima.

Pero comencemos por el principio. Las susodichas calientapijas -perdonen la expresión- son esas hembras que juegan a engatusar al macho humano, haciéndole albergar expectativas de delicioso disfrute de placeres carnales y paradisiacos, llevándole luego a una profunda desesperación al ver que, finalmente, no se produce el esperado refocilamiento y la consiguiente liberación de tensiones y fluidos. Cuando lo tienen más caliente que los fogones del infierno, le dan la espalda y le dejan yerto, deprimido y malogrado, con un temible dolor de huevos, una mala leche legendaria y con la pija más tiesa que el palo de la bandera.

Disfrutan agachándose frente a ti con movimientos precisos y estudiados para que, inevitablemente, tus ojos apunten con obstinación a ese objeto de deseo que llamamos vulgarmente culo, o a ese par de rotundas tetas que exhiben con generosidad, trivialmente sustentadas por un mínimo corpiño que apenas acierta a cubrir la morena aureola de sus pezones.

Tienen la rara habilidad de poder enseñarte el ombligo sin quitarse la remera, facilidad de palabra altamente soportable en estados de semi-embriaguez masculina, y abuso desmesurado y continuo del capital económico del atormentado varón. La labor de la calientapijas se considera más perfeccionada cuanto más lejos lleva a su víctima en la persecución del engaño, cuanto más se prolonga la expectativa de disfrute de todo tipo de placeres lascivos y libidinosos.

Ahora, con las nuevas tecnologías, algunas se dedican a grabar vídeos calientapijas, vestidas de calientapijas y meneando las caderas como si bailaran el hula-hoop. Luego los suben a youtube con la finalidad de que medio mundo se masturbe a su salud, cavilando sobre cómo se la cogerían.

Se las considera una división, variante o subvariante alternativa de las putas de mierda, hijas de puta o hijas de la gran puta. Algunos las catalogan en la gama blanca de los electrodomésticos, como mujeres micro-ondas, visto que calientan pero no cocinan.

Lo cierto es que, más temprano que tarde, acabarán enamorándose de algún tipejo gilipollas e inútil, cretino e insustancial, haragán y zascandil, sandio o carruaje que las humillará, ninguneará, corneará y puteará como una forma de restablecer el equilibrio entre sexos. Ellas, de paso, recibirán así el merecido castigo por su enemiga malquerencia, desafecto y crueldad.

Por todo el daño que nos infligieron en nuestro amor propio.


FOTO: Calientapijas en acción.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy fuerte, muy duro.

Anónimo dijo...

Sí, FG, muy cierto. Yo fui una de esas, pero lo superé con terapia.

Anónimo dijo...

suegroo!! me estoy poniendo al dia con tus "intrascendentes ocurrencias literarias" que de verdad cada dia me gustan mas! jajajaj definitivamente me robaron las sonrisas mas autenticas del dia.. GRACIAS! hey no supe lo del dedo :( espero que haya sanado bien.. me rei mucho con la ultima entrada (tribus urbanas) jaja! pero la del anis del mono me encanto!! de vd no sabia q era Darwin el de la imagen.. y ahora ya me dieron muchas ganas de tomarme un vasito de anis.. jajaj te mando una abrazo fuertee! y besos! (los de familia!)

Nadie dijo...

Calientapijas somos todas. Nos gusta ver a los tipos excitados, con la pija tiesa como el palo de la bandera, que dices tú.